Brías, que se halla a 12 kilómetros de Berlanga de Duero, y se accede yendo por la carretera  hasta Paones y cogiendo luego la primera carretera a la derecha.

Contaba a comienzos de siglo con 310 habitantes; en 1985 había 42 y ahora viven una veintena.

De aquí es natural Enrique Pascual Oliva, al que llamán "Sabio de Brías", y que ha sido el entrenador de los dos grandes atletas y campeones olímpicos sorianos de todos los tiempos y que tantas glorias deportivas han cosechado: Abel Antón y Fermín Cacho.

Comenta Gumersindo García Berlanga que el término de Brías es bastante accidentado por la existencia de lomas y cerros con altitud entre los 1150 y 1.250 m., destacando los denominados Valhondo, Revilla, el Guicriao y Escalon.

Aún tocan , entre la Cruz de Mayo y de septiembre el tentenublo, que, en su tonada con palabras es : Tentenublo tente tú, más vale Dios que ciento tú. Si eres agua vente acá, si eres piedra vete allá.

Célebre es la Cueva-Sima de Brías, cuya entrada es tubular, cortándose bruscamente el suelo, para ensancharse y dar paso después a una extensa cavidad con un fondo de 45 grados de pendiente media.

Brías, durante la Edad Media y posteriormente, estaba dividida en dos barrios y términos que pertenecieron a las comunidades y luego señoríos o estados- de Villa y Tierra de Berlanga de Duero y Gormaz, pero eclesiásticamente perteneció a Osma, aunque la diócesis seguntina la quiso para sí mas tal cuestión quedó zanjada en 1191.

A mediados del siglo XVIII este lugar estaba formado por dos cuadrillas, una dependiente de la marquesa de Berlanga y la otra del conde de Rivadavia, señor de Gormaz. Vivían 41 personas, tres de las cuales eran viudas, y residían en 42 casas. Por oficios: un sacristán fiel de hechos, un cirujano y sangrador, un notario apostólico, tres guardas de ganado vacuno, otros tres de ganado de cerda y uno de ganado mular, dos pastores de ovino, cuatro tratantes de mulas 34 labradores con dos criados, un herrero, cuatro pobres de solemnidad y dos clérigos (un cura vicario y un capellán).

En 1900 vivían en Brías 298 personas, 307 en 1910 y 287 en 1950.  El siglo XX  lo despidieron con una treintena escasa de habitantes. En cuanto al censo ganadero, en 1954 se registraban: 19 de caballar, 80 de mular, 16 asnos, 1.450 ovejas, 157 cabras, 82 cerdos-as, 1.308 aves y 30 colmenas.
ERMITA
Es probable que los dos barrios seculares de Brías tuviesen como epicentros las dos iglesias: San Juan y Nuestra Señora de la Calzada (hoy llamada de la Soledad). La primera fue construida de nueva planta en el período barroco, aunque conserva una pila bautismal y otra de agua bendita románicas. La segunda se encuentra actualmente sin techo pero conserva su fábrica románica y fue usada en el siglo XX como cementerio. Ambas han sido declaradas Bienes de Interés Cultural por la Junta de Castilla y León.
 Esta ermita se encuentra a las afueras, junto a un manantial y unas huertas. Es de mampostería, parcialmente enfoscada, y refuerzos de sillería en las esquinas, y ábside semicircular. Los canecillos de la cornisa son de dos nacelas superpuestas. Artísticamente destacan su portada y los dos capiteles que sustentan el arco de triunfo, cuyas piedras son de una dureza increíble y de buen color beige.
Para Gaya Nuño esta portada está influenciada iconológicamente por el taller del Rivero de San Esteban de Gormaz, y su capital entrelazado recuerda al de Tiermes, Caracena y Andaluz.
Asimismo, su arquivolta sogueada es un motivo que hallamos en Matamala de Almazán y Lodares del Monte. Una sirena de doble cola, como las sanestebeñas aunque más ruda, se labró en uno de sus capiteles, que se guarda en la parroquial de San Juan. Otro de los capiteles tiene cuatro arpías.
En el interior, el capitel de la derecha presenta una esquematizada Virgen con el niño sedente en su centro, tan sencillamente labradas y buen estado de conservación que sorprende vivamente al espectador.
A un lado: aves luchando. Al otro: un juglar tocando un instrumento de cuerda y una mujer bailando. Enfrente se encuentra el otro capitel en el que un oso se dispone a atacar a unos hermanos siameses que portan un hacha y otro arma sobre los hombros, mientras parece que reciben auxilio de un caballero.
Destacaremos también la gran cruz que hay sobre el piñón de la nave.


PARROQUIAL
La imagen románica de la Virgen de la Calzada se encuentra en la parroquia de San Juan, que comenzó a construirse  en 1690 por el maestro Manuel Conde. Es inmensa. Enorme.
Desproporcionada para la pequeña población en la que está, y sirvió de modelo a la de Abanco, aún mayor. De ella dice José Arranz Arranz que, a pesar de la reforma barroca posterior, "se dibujan claramente las líneas herrerianas en pilastras cajeadas en los ángulos de la torre, conservándose el canon renaciente en los nichos sobre la portada", cuya puerta fue restaurada por "Iniciativas Brías" tras una suscripción popular, como aconteció con la ermita.
"Es de cruz latina, gran bóveda circular en el crucero, con capilla independiente en el mismo dedicada a la Virgen y adosada al muro del Evangelio", indica José Arranz. "Tiene también bóveda circular cuyo anillo refiere inscripción bíblica alusiva a la Virgen como es frecuente en las ermitas marianas. La torre, adosada al cuerpo de la iglesia, se compone de fuste liso y campanario. Remata balconcillo de balaustre sobre arquitrabe ligeramente voladizo. El escudo del donante sirve de ménsula de la pilastra interior de cada lado (...)
La de Abanco es de mayores dimensiones y superior traza clásica, de una sola nave, con gran crucero en forma de cruz latina de inmensa bóveda circular sostenida por pechinas con los escudos de las familias "Martínez" y "Aparicio Navarro". Su maestro es el arquitecto Alonso Martínez de Ochoa, natural del Valle de Gueriezo, quien construye en el mismo lugar la casa-palacio de los fundadores Martínez-Aparicio", asegura José Arranz.
  La influencia de Tomás Sierra (muerto en 1725) "se detecta en las grandes imágenes de los retablos mayor y colaterales de Brías y Abanco, traídas aquéllas en León, en 1713, y las de San Miguel, San Antonio, Sta. Apolonia y Sta. Agueda de Abanco". "En 1732. Alonso Manzano, vecino de Valladolid, maestro de retablos, construyó el mayor y laterales de Brías, y muy probablemente, los de la vecina parroquia de Abanco, como lo denotan las proporciones, disposición y ornato de la arquitectura, verdaderamente monumental, impregnada de movimiento por el arranque de las columnas de distintos planos", concluye José Arranz.
 En 1673 Juan Aparicio Navarro, natural de Brías es nombrado obispo de Lugo y mandó construir la iglesia de su pueblo. Asimismo, en 1708, José Aparicio Navarro (sobrino del anterior y también natural de Brías, es presentado para obispo de Astorga y  gracias a él se concluiría la torre de su pueblo.
Estos obispos -tío y sobrino- serían los promotores de la construcción de la casa-palacio de Brías (y el segundo también de la de Abanco) de planta cuadrangular y patio interior (1694). El primero está restaurado artesanalmente por sus propietarios, Jesús Herrero González y Laura Ann Wallace, que creó para ello la empresa Iniciativas de Brías, y que ahora es una Casa Rural. Su superficie es de 1.600 metros en dos plantas y ático, y un total de 27 ventanas
 De este palacio se cuenta, por cierto, una trágica historia de finales del s. XIX: la propietaria, tras ser balanceada atada a una soga por el balcón principal por unos ladrones, perdió a su hijo y enloqueció. Dispone el palacio de un jardín de 2,5 hectáreas, con nogal y aljibe incluidos.
 Y, por cierto que, en Brías, vivió el maestro tallista y escultor Indalecio Palacio, del que  hay documentados apenas diez años, y figuraba como vecino de Brías, de la cuadrilla de Gormaz, y después como vecino de Atienza, siendo 1777 su último trabajo documentado. Tuvo una enemistad y rivalidad profesional con Luis González en el expediente del retablo de Casillas de Berlanga, en el que quedó puesta de manifiesto su tendencia al neoclasicismo pero dentro de los moldes del rococó y su preferencia por la planta paralela. Dicho retablo mayor de Casillas (1771) lo hizo el maestro de Brías, así como el de Paones (1769).
Texto realizado por Ángel Almazán de Gracia

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