Entre la serie innumerable de joyas arqueológicas y artísticas que dan tono, carácter y categoría a las tierras de Soria, existe en uno de sus pueblos más evocadores en Berlanga de Duero una hermosa Colegiata, cuya fábrica, porte, estilo e historia, merecen un estudio cálido y amoroso, que sea capaz de remover el interés de propios y extraños hacia esa joya del siglo XVI, hacia las piedras y paisajes de esa villa histórica y llena de espléndidos recuerdos...
 
 
Según nos vamos acercando a Berlanga de Duero, se va dibujando su característico perfil que aparece, a lo lejos, dominado por las altas siluetas del Cerro del Castillo y de la Colegiata. El cerro, con los restos de la antigua fortaleza está a un lado, sobre el pueblo, como protegiéndole por uno de sus flancos. La Colegiata domina la villa desde su posición casi central, acogiendo a su alrededor las casas humildes de los labradores. Al viajero que recorre estas tierras de Castilla y se encuentra por primera vez ante la vista de Berlanga, le admira y le deja extrañado aquella desproporción: la de su Iglesia, por su altura y magnificencia "digna de la capital de un reino", según dijo de ella Sabatini, y el pueblo que la rodea...
 
Con la unión de las casas de Tovar y Velasco Berlanga se vio favorecida con magníficas construcciones, y así casi todo el tesoro artístico de la villa data de aquel tiempo...
 
El tipo de iglesia en el que se incluye la Colegiata de Berlanga de Duero, pertenece "a ese estilo de transición ojival renacentista tan español", como decía Lampérez. Sus construcciones están ya dentro del Renacimiento, pero se caracterizan por conservar la inspiración medieval, a pesar de la aparición de las renovadas formas clásicas que llegan de Italia. Finalizado el período gótico al otro lado del Pirineo, las iglesias hispanas de este tipo, se desarrollan con una gran personalidad propia y original.
  
El tipo de templo secular más original, característico de la primera mitad del siglo XVI, al que pertenece el de Berlanga, es de planta de de salón, de tres naves de igual altura, separadas por anchas columnas de fuste liso de gran fortaleza. Vemos aquí un concepto de espacio unificado como en las lonjas levantinas y un sentido de masas y volúmenes que está más próximo a la concepción clásica que a la medieval de Occidente.
 
 Las modas itálicas, corno ya hemos dicho, van penetrando en este arte que se apega a la tradición y que conserva las bóvedas estrelladas durante todo el siglo XVI, observándose en estas fábricas una lenta asimilación de algunos elementos arquitectónicos y decorativos al modo clásico, con que se inicia el paso del arte "moderno", al antiguo o romano.
  

Del pilar fasciculado de las primerasconstrucciones se pasa al cilíndrico liso en cuya parte superior penetran las molduras de los nervios. Este avance hacia las formas nuevas lo vemos ya representado en la Colegiata de Berlanga, a pesar de ser uno de los ejemplares más tempranos de la serie. Un paso más, fue el de sustituir las

impostas de molduración gótica por otras de perfil a la romana: novedad introducida también en la Colegiata de Berlanga, en la de San Pedro de Soria, imitación de aquella, en la de Roa, etc.
 
 Finalmente estos pilares se transforman en columnas clásicas o toscanas. Algunos fustes se acanalan siguiendo normas clásicas. En las puertas y ventanas, las líneas semicirculares, van sustituyendo al apuntamiento gótico.
 
La descripción de la Colegiata, que es iglesia rica en tallas, sepulcros y retablos, la vamos a hacer dividiéndola en varias partes : Capilla Mayor, Capilla absidal llamada de los Obispos, o de Coria, Capilla absidal de los Cristos o de Panamá, Coro, Capilla de Santa Ana, Capilla de San Andrés, Trascacoro y Crucero.
 
La capilla mayor, cuya original forma ya hemos descrito, tiene en su frente un gran retablo barroco, y en el centro, bajo un baldaquino también barroco, se encuentra la imagen de Nuestra Señora del Mercado.
 
Capilla absidal, llamada de los Obispo o de Coria, está situada al lado del Evangelio y es una de las que flanquean la Capilla mayor. Se llama así por contener el sepulcro del Obispo de Coria.
  
En esta capilla, además del sepulcro, del que hablaremos después, se encuentra un magnífico retablo gótico del cual se ignora la procedencia. De lo que no cabe duda es de que fue mandado construir por el mismo Obispo de Coria, porque lleva en su fábrica los mismos escudos que vemos en la parte baja del sepulcro.
 
El sepulcro de los Coria es doble y de forma rectangular. Es gótico tardío, de la Escuela de Vasco de la Zarza. Fue construido en la primera mitad del siglo XVI y está cubierto por laudas de alabastro. Su parte baja está muy decorada de ramaje y tiene escudos en el centro. Las figuras están esculpidas con sencillez.
 
 El coro de la colegiata se abre al crucero, y ocupa una posición central con respecto a la planta de la iglesia. Su gran sencillez decorativa encaja de una manera perfecta en la sobriedad monumental de la iglesia, no recargada de ornamentación.
 
El coro presenta al exterior la verja de entrada con un púlpito a cada lado; y los muros, lisos, que apoyándose en las cuatro columnas centrales sostienen la sillería. Los muros tienen adosados pequeños altares con retablo, y permiten la comunicación lateral del coro con las naves por medio de aberturas que forman arcos de medio punto. En su parte alta sobresale la balaustrada que sirve de remate o coronación a la sillería, en la cual la monotonía de los baluastres está interrumpida por figuras atlantes y cariátides.
 
La capilla dedicada a Santa Ana contiene un retablo gótico de gran valor, pintado sobre tabla, Fue de patronato familiar y en ella se encuentran los sepulcros de los González de Aguilera. Está situada en el ángulo que forman la nave y el brazo izquierdo del crucero. Tiene reja y entrada por la nave.
 
El retablo, de tres calles, consta de seis tablas principales, más cinco de predella. El guadapolvo tiene diez tablas con figuras de santos, cinco a cada lado, de los cuales tres están guarnecidos por doseletes góticos, lo mismo que las demás tablas. De estas faltan algunos, deteriorados por el tiempo.
 
En la parte alta del guardapolvo, hay escudos pintados, entre los que reconocemos las armas unidas de Velasco y Tovar, y el águila sobre campo de oro de los Aguilera.
 
Las pinturas de los cuadros nos parecen emparentadas técnicamente con el estilo del Maestro de Segovia, retardador del de Vander Weyden en Castilla, y seguidor de Jorge Inglés a través del Maestro de Solpetrán. Las características del arte de este retablo composición reposada, forma pulida, gestos poco acusados, pueden observarse en la manera de pintar del Maestro de Segovia.
 
Frente a la capilla de Santa Ana, en el lado de la epístola está la capilla de San Andrés Apóstol, que fue propiedad de la noble y opulenta familia de Brizuela. Tiene reja y entrada por la nave y también está abierta al crucero por medio de un arco. Este arco lo mandó abrir en 1548 su patrona, doña Ana de Brizuela de Burgos, para poder ver el altar desde la capilla.
 
Los tres altares del trascoro tienen retablos renacentistas que fueron construidos en la misma época.
 
En la descripción del interior de la iglesia, no hemos hablado del crucero, donde se encuentra el bajorrelieve del Apóstol Santiago y la sepultura de D. Cristobal de Montejo. El relieve lo atribuye Camón Aznar al cincel de Vandoma. Tiene gran carácter decorativo y está enmarcado por una amplia cornisa a modo de friso y dos columnas laterales estriadas, adornadas con figurillas.
  
Texto publicado en la primera época de Revista de Soria n 1, 1967. El mejor estudio arquitectónico es el realizado por José María Martínez Frías en El gótico de Soria (1980), natural de esta villa y uno de las autoridades más importantes del gótico en la comunidad de Castilla y León.

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