MORALES
La iglesia parroquial tiene un pórtico que pudiera ser románico quizás. Fue recrecida la iglesia seguramente en el siglo XVIII. Al lado está el frontón de pelota, de sillería.
En 1900 vivían aquí 251 personas, 213 eran en 1950, 168 en 1960, 77 en 1985 y 66 en 1995.
Sus fiestas son de la Degollación de San Juan Bautista el 29 y 30 de agosto, quemándose el último día una pequeña falla, tras lo cual hay caldereta. El día anterior: parrillada de chorizo en las bodegas.
Igualmente festejan las mujeres a Santa Águeda y todo el vecindario a San Isidro, día en el que tradicionalmente se celebra la bendición de los campos.
Un vecino de Morales, Juan Manuel Hernández Abad, ha escrito dos centenares de poemas.
Los moraleños, apodados "gatos", se sienten orgullos de sus bodegas, lagares y del sabinar de la dehesa de Vadorrey, en la que hay dos grandes sabinas. El término del despoblado de Vadorrey, junto al Duero, aparece en el Cantar de Mio Cid, de ahí que Morales forme parte del Camino del Cid.
BADORREY-VADORREY
Despoblado arruinado y otero junto al vado del mismo nombre, sobre el Duero, (junto a la mojonera con Bayubas de Abajo en el paraje de Los Estepares, según G. García Pérez), por donde el Cantar hace pasar a las hijas del Cid camino de Valencia. La leyenda dice que fue destruido por termitas, como en el hoy despoblado de Valpalomar, junto a Recuerda. Su dehesa pertenece a Morales y las campanas de la iglesia las tiene Aguilera.
 "O dizen Bado de Rey allá yvan pasar", se lee en el verso 2876 del Cantar de Mio Cid. Antes pasaron por Alcoceba, "cañamar", según R. Menéndez Pidal y que debía encontrarse en los alderedores de Gormaz. Por su parte, G.García Pérez estima que pudiera derivarse del árabe "Al-coeiba", y que viene a significar fortín, es decir, que sería lo mismo que alcazabilla, castil, castillejo, torrecilla, torreón, cubo, mirón o atalaya, por lo que identifica este topónimo cidiano con el despoblado de Torrevides, sobre el barranco del "Arroyo del Pino", cerca de Gormaz, a su norte y a unos dos kms. más al este de donde situó Alcoceba Menéndez Pidal. "Troieron Alcoeva", dice el Cantar.
Fernando I, en su incursión del año 1058, quitó a los moros Gormaz, Badorrey, Aguilera, Berlanga y Caracena; arrasó el Valle de Bordecorex y llegó hasta Medinaceli.
LAGARES Y BODEGAS
Conocemos dos lagares en Morales. Uno de ellos fue restaurado por el programa Culturalcampo, la Escuela Taller de Berlanga y los vecinos de Morales en el verano y otoño de 1987, inaugurándose el día 21 de noviembre. El otro, que sigue en funcionamiento, es de Juan José Abad, a cuya bodega hemos bajado y de cuyo vino -muy refrescante- hemos bebido.
Con motivo de la citada inauguración se publicó un folleto informativo sobre el lagar, del selecciomanos el siguiente texto:
"El lagar ahora recuperado forma parte de la arquitectura popular del mundo rural, que en esta comarca del Suroeste soriano viene determinada por dos factores: tierra y trabajo. Barro, madera y piedra, no sólo han definido formas y paisajes, sino que llevan inscritos en su historia el acervo cultural de nuestros antepasados, y han sido, y son, elementos integrantes e imprescindibles de las construcciones rurales de la Ribera del Duero. Construcciones realizadas con unas técnicas basadas en principios de funcionalidad y mimetismo que describen la adaptación del hombre a su medio.
La construcción del lagar es sencilla, de planta baja, rectangular. Con la cubierta a tres aguas, hecha a base de travesaños de sabina y entramado de ripia. Tres de sus paredes son de adobe, barro y paja, y la cuarta, el muro de contención, es de mampostería de piedra y barro, que contrarresta el peso que ejerce la viga longitudinal; viga que ejerce presión sobre el "castillo" o pirámide de vigas que prensan la uva depositada en la "bañera". El mosto sale por un caño situado en un extremo de la "bañera", que es recogido en cubas, para posteriormente trasladarlo a hombro hasta las bodegas".
El periodista Juan Luis Práxedes escribía sobre los lagares de Morales en estos términos:
"Si hay algo que caracterice singularmente a Morales son sus lagares, renombrados por toda la provincia.  Actualmente, en el paraje denomiando La Era, compuesto por diversas parcelas pequeñas de varios propietarios, hay casi 50 bodegas. Eso sí, también están proliferando algunos otros lagares de cemento -en algunos de los cuales se han realizado reproducciones modernas de las antiguas prensas-; merenderos y fogones para asar chuletas y otros menesteres que rompen la tradicional estética del adobe.
Estos lagares son toda una institución en el pueblo. Sirven de bares particulares y de lugar de reunión sobre todo para los jóvenes.
La producción de estos lagares es muy pequeña, familiar, a capricho. Todo un ritual artesanal. Consiguiendo un rosado, mezcla de uva blanca y tinta del país, afrutado, de unos doce grados y con aguja".
Por su parte, el periodista Javier Veramendi, en un artículo de 1991, describió el proceso de elaboración del vino, al que calificaba de "pura artesanía". Leámosle:
"Los racimos de uva se echan en la pila del lagar, sobre los que se colocan unos tablones formándose lo que se llama un 'castillo', que no es otra cosas que una estructura piramidal de maderos. Sobre éstos está la llamada viga del lagar, un enorme tronco que servirá de prensa. La viga está atravesada en uno de sus extremos por un palo que hace las funciones de bisagra, y en el otro extremo está el llamado pilón, que es una rosca de madera que sirve para bajar el enorme tronco que prensará la uva. En el momento de prensar, el tronco presiona el castillo de maderos, y éstos a su vez la uva. Luego, se levanta la viga, se coloca algún madero más y se procede nuevamente a prensar la uva, cuyo mosto o zumo sale por un caño desde la pila, donde es recogido posteriormente".
El mosto se guarda en la cuba abierta, ya en la bodega, para que se fermente. Durante ese período será necesario limpiar la cuba de la fermentación y reponer más mosto en varias ocasiones. El vino, que no contiene ningún producto químico ni conservantes, estará listo para beber en Navidades, y se mantiene durante un año, aproximadamente.
Sin ser caldos de calidad, el vino de Morales cuenta con la frescura, que se concreta en una graduación alcohólica baja, y una acidez muy particular, que si bien en un primer momento resulta algo fuertecilla, "pasa después que no te enteras", aseguran los vecinos de Morales.
Su color depende de la densidad del mosto, el primer zumo será más claro, y el que salga de una prensada más tardía será tinto. Antes se separaba la uva blanca y negra, pero ahora los recursos humanos escasean, y resulta más cómoda mezclar ambos tipos de uva. Si se les pregunta por el tipo de uva que se cultiva en Morales, sus vecinos se limitan a decir que es la del país, y muy buena para acompañar las migas, por cierto".

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