Lectoral de la colegiata de Berlanga de Duero y autor de unas Memorias históricas de Berlanga" (1840, corregidas en 1845), reeditadas en 1979, donde habla de la historia de Berlanga y de sus iglesias y monumentos, así como unas interesantes interpretaciones acerca de Etiopía y trata de argumentar que una profecía de Isaías hace referencia precisamente a la misión de España como evangelizadora de América.
 
Nacido en Serna (Santander) en 1770, a los cinco años le trasladaron a Berlanga de Duero, donde fue educado por su tío Juan Manuel, tesorero de la colegiata. A partir de 1780 estudaría gramática latina y humanidades en Almazán, y desde 1783 proseguiría los estudios en Siguenza, incluidos los universitarios, siendo discípulo del teólogo Melchor Cano.
 
Tomó posesión del cargo de lectoral de la colegiata de Berlanga el 17 de agosto de 1792, a los 22 años de edad, cuando estaba todavía en el último año de carrera. En 1801 logró, por oposición, la canongía lectoral de la real colegiata de San Ildefonso, en la que fue nombrado abad el "jansenista" Félix Amat. "Este virtuoso y sabio prelado apreció en extremo al lectoral por su talento y genio laborioso, no menos que por su temple de alma pacífico, suave, indulgente. El lectoral aprendió al lado de tan gran maestro y de los primeros literatos de España que le visitaban o con quienes aquél se correspondía más que hubiera podido estudiar en muchas bibliotecas", confiesa en su autobiografía Bedoya, en la que comenta posteriormente que fueron grandes amigos. Y en 1895 pasó a desempeñar la canongía penitenciaria de San Ildefonso.
 
En 1807 fue inquisidor de la traducción castellana de la Biblia atribuida falsamente al
ex-jesuita Petisco. Poco después comenzó a traducir diversos libros bíblicos (Isaías, Salmos, Job, Cantar de los Cantares...). Y en 1810 los bonapartistas le destinaron a la catedral de Málaga y residió con familiares en San Lucar de Barrameda. Tras la vuelta del rey Fernando VII, pasó a ser canónigo cardenal de Orense en 1815, logrando al año siguiente la oposición de penitenciaria de Santiago de Compostela. En 1816 fue nombrado miembro de la Real Academia de la Historia, y en 1817 era ya catedrático del Seminario conciliar de San Fernando.
Confinado, por cuestiones políticas, hacia 1825 en un pueblecito de Orense escribió los dos tomos de El pueblo instruido en sus deberes religiosos y colaboró en el Diccionario Geográfico-Histórico de España y Portugal coordinado por Sebastián Miñano con más de ochenta artículos, a la par que iba examinando la traducción castellana de la Biblia realizada por Torres Amat para mejoras que se incluyeron en la segunda edición. Entre 1826 y 1827 concluyó su obra Los poetas inspirados.
 
A finales de 1827 fue alzado su confinamiento y restituido el libre ejercicio de su preban en la catedral de Orense, y escribiría "Manual de ordenandos según el pontifical romano" y "Relato histórico o vida del cardenal obispo de Orense, Don Pedro de Quevedo y Quintano" siendo auxiliar, en la Corte madrileña, de la Real Junta Eclesiástica, en donde logró que se le concediera el cargo de prior de la catedral de Osma (Soria), pero no llegó a tomar posesión del mismo porque habiendo vacado la de dean de Orense el 14 de enero de 1836, solicitó tal plaza, de la que tomó posesión el 30 de junio.
 
Con el nombramiento de su amigo Pedro González Vallejo como arzobispo de Toledo, éste le nombró gobernador eclesiástico del arzobispado. Y en 1836 retornó a Orense, para seguir como deán de su catedral. Al fallecer su obispo en 1840, fue designado gobernador provisor de la sede vacante, durante cuyo largo cargo reeditó, con adiciones y anotaciones, las constituciones sinodales de 1619 del obispado de Orense.

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