Berlanga de Duero está declarada Conjunto Histórico-Artístico y no es para menos. Sus calles porticadas, la arquitectura rural castellana de sus viejas casas; los palacios y su castillo renacentista con troneras, se lo merecen. Berlanga de Duero, además, es centro comarcal y antaño estuvo plagada de artesanos, pero hoy día tan sólo queda Cregorio Lozano Rello, Goyo, el Herrero.
 Gregorio es, posiblemente, el forjador más tradicional de la altimeseta soriana. Tal es así que su desdén por la soldadura se materializa en un rechazo sistemático a incorporarla en la forja. El remache, la calda y la pasta rápida son los recursos que utiliza. Las placas las empleo para pegar cosas delicadas", aclara mientras se lamenta de que ya no las fabrican en Teruel.
 
Gregorio usa todavía el carbón vegetal, aunque predomina el mineral en un horno que recibe el aire de un fuelle de mano, "de los de antes, de esos que no arrebatan el hierro". El carbón, eso sí, "ha de ser de hulla para que no se ahueque", matiza.
  
Nostálgico, pese a sus 59 años, Gregorio Lozano es poco innovador, si bien ha incorporado a su muestrario de obras, pequeñas herraduras y arados romanos diminutos. El grueso de su obra está formado por maceteros, tenazas, badiles, rastrillos, cucharrenas, trébedes, morillos, lámparas y percheros, principalmente.
 
Durante tres años fue el responsable de la sección de forja en la Escuela Taller de Berlanga de Duero. Una experiencia que valora muy positivamente y que espera repetir cuando se ponga en marcha nuevamente, una vez que el INEM y el Ayuntamiento decidan abrir sus puertas.
Texto Ángel Almazán en Guía de la artesanía de Soria , Junta de Castilla y León, 1991.



 

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