A unos 2 kms. de Berlanga [hacia la ermita mozárabe de San Baudelio, Barahona, Medinaceli...], se levantan las ruinas del popularmente denominado convento, antiguo monasterio de la Orden de San Francisco. En la actualidad, sólo permanece en pie lo que en su tiempo fue la iglesia del mismo, erigida en el s. XVII, aprovechando la existencia en aquel lugar de la ermita de Paredes Albas. Esta ermita, con funciones de capilla mayor, constituye la parte más importante del templo y es la única dependencia conservada con elementos góticos.
 
En el archivo de la colegial de Berlanga, hemos podido manejar una serie de documentos del s. XVI en los que, efectivamente, se hace referencia a una ermita situada a media legua de la villa y venerada con el nombre de Nuestra Sra. de Paredes Albas. En uno de ellos, se atribuye la fundación de la misma a los Condestables don Iñigo Fernández de Velasco y doña María de Tovar, que, como ya vimos, patrocinaron también las obras de la Colegiata. Otro de los documentos hace alusión a un juro perpetuo de 2.000 maravedies de renta anual -despachado por la reina doña Juana en 1513, en Valladolid- para la Capellanía de Ntra. Sra. de Paredes Albas erigida por doña María de Tovar, Duquesa de Frías. Finalmente, en una licencia del Provisor de Sigenza, don Antonio Moral, dada en febrero de 1529, se habla de que en la ermita de Paredes Albas, que mandó edificar el Ilmo. Condestable de Castilla, de gloriosa memoria, se puedan decir y celebrar 10s oficios divinos con toda solemnidad. A pesar de que en estas referencias no encontramos alusiones concretas a la fecha de su construcción, la ermita ha de considerarse de los primeros años del s. XVI. Una vez fundada la ermita, se hizo eremitorio de la iglesia de San Juan de Letrán, de Roma, quedando anexa a ella, tal como se desprende de las bulas expedidas al respecto, otorgando asimismo a los Marqueses de Berlanga, el Pa­tronazgo, administración y regimiento de la misma.



 
Al obtenerse -tras un largo pleito entre el Marqués y Ayuntamiento, por un lado, y el Cabildo, por otro- en 1633, la oportuna autorización real para la fundación en Berlanga de un convento de frailes franciscanos, se utilizó, como ya dijimos, la fábrica de la ermita como cabecera de la iglesia.



 La ermita es de planta cuadrada y se cierra con bóveda de crucería con combados, que dibujan cuatro arcos conopiales. Los nervios arrancan de cuatro ménsulas en cuarto de círculo. Las del testero se adornan con palmetas muy estilizadas, imitando hojas de acanto, y un florón. Las hojas, de fina ejecución, se ajustan, al cuerpo de la ménsula, incurvándose en la parte superior a la manera cister­ciense. Su marcado cuño gótico les da un carácter retardatario, contrastando con las otras dos ménsulas, que exhiben ya un trazado de cierto sabor renaciente. Rasga el paño del Evangelio una ventana de arco de medio punto, con baquetón corrido y derrame hacia el interior. El resto de la iglesia corresponde a la fá­brica del s. XVII. El exterior ostenta aparejo de mampostería, excepto en los frentes de los contrafuertes, dónde se observa sillería bien escuadrada.
 
Texto del libro del autor, El Gótico en Soria (1980)




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